Cerro Huallerupe (Al frente tiene al coloso, al Llaima

Un pensamiento me ronda últimamente. No logro dejar de ver la indolencia municipal frente al abandono en que se encuentra no sólo la naturaleza de los alrededores de Melipeuco, sino también alguna de su gente.

Cuando decidí volver a Chile, hace ya más de un año, lo hice con la esperanza de encontrar en la patria un poco por lo menos de lo que la señal internacional de TV Nacional de Chile mostraba al mundo: pluralismo político y religioso, integración racial, democracia plena, preocupación ecológica, etc.

Lo que he hallado no se acerca siquiera un poco al modelo televisivo. Visto desde dentro, vivido a diario desde la ruralidad de la región más pobre del país, el discurso político parece vano, suena a palabrería huera y cínica. 

Cierto es que en un sentido general no estamos más mal que muchos otros países tenidos por desarrollados. Pero hay un punto en el que todo podría estar mejor, como paliativo de la pobreza y de la carencia material: en educación. El nivel general es de tal superficialidad que da miedo abrir la boca para expresar lo que se piensa sobre tanta preocupación vana y patética, de tanta fomedad televisiva y periodística. La cultura chilena está dominada por toda laya de periodistas y comunicadores, como se hacen llamar, quienes salvo honrosas y escasísimas excepciones, carecen por completo de autoridad educativa, constituyendo parámetros ridículos de la cotidianeidad chilena.

Si a esto agregamos la preocupación y la apertura puramente formal del gobierno de turno, respecto de las inquietudes ciudadanas, sobre todo las de aquellas personas que no están afiliadas a un partido político, las perspectivas para un mejoramiento futuro de la consciencia cívica se ven deprimentes. Quien no me crea esto último no tiene más que enviar un correo electrónico a la presidencia de la república, para constatar que no le contestará una persona designada por el presidente, que ya sería tal vez mucho pedir que éste en persona responda a quienes le escriben, no siempre para presentar una demanda inteligente. Vale. La electrónica le ha permitido a los poderosos de turno poner una barrera que los preserva del ciudadano corriente, para ignorar sistemáticamente las voces individuales.

Los políticos se preguntan por qué los jóvenes no creen en la actividad política. Cuesta creer que tipos tan astutos a la hora de mantener el poder y cuidar sus privilegios no puedan darse una respuesta inteligente a tal cuestión. No quieren reconocer que para la radicalidad juvenil ellos son transparentes y su piel de oveja no alcanza a ocultar su verdadera naturaleza depredadora, que prefiero llamar carroñera, por respeto a animales tan bellos como el lobo, el león y otros por estilo.

¿Cuántos disidentes más habrán de sufrir el aislamiento que significa la negativa del paternalismo cultural tan arraigado en nuestros dirigentes? ¿O es que se cree estar progresando mucho en materia de derechos humanos por el simple hecho de escarnecer a los uniformados involucrados en crímenes ocurridos durante los años de la dictadura militar? Bien me parece que paguen quienes hayan abusado de su condición de poder, que caiga hasta el último de ellos. Pero, ¿no es un atentado flagrante en contra de muchísimos chilenos esta mentalidad política del "sálvese quien pueda"?

Indigna ver a los dirigentes de la casta política, en sus trajes elegantes y caros, encorbatados en sus camisas de cuello limpio, cuando a la vez hay gente que vive al borde de la desesperación, sin alternativas laborales y dejados de lado por el gobierno de turno.

No se puede seguir hablando de desarrollo en este país, mientras no exista un seguro de cesantía y se condene a la gente a la miseria y el abandono. De nada nos sirve tener a la gente picando tierra como ocupación sustentadora de familias desesperanzadas. ¿Por qué no proyectar la actividad de una comunidad como Melipeuco, por ejemplo, para que llegue ocupar el puesto que le corresponde como pasada obligada de tanto turista extranjero? En vez de tener a la gente picando tierra para cambiar el pasto, se la podría emplear en la limpieza de los alrededores, en donde se encuentra paseos lindísimos debajo de la basura desparramada por todos lados. Se podría educar a la gente para que aprenda a recibir al turista en su propia casa, que no otra cosa viene a buscar mucho turista en estos tiempos, sino el contacto directo con gente sencilla como la que aún se encuentra en este pueblo precordillerano. el cambio hacia conductas ambientales más adecuadas depende de la consciencia del entorno maravilloso en el que mucha gente vive su pobreza material.

El mal estado ambiental de la capital no necesita comentarios, es un síntoma claro de una enfermedad social fundada en una miopía política. Se ha de hacer cambios radicales. ¿Quién se atreverá a impulsarlos incluso a riesgo de perder el poder y la popularidad?

El presidente Lagos se comporta como un dirigente máximo europeo y olvida que Chile no ha salido aún de su mediocridad cultural ni tiene presupuesto para repartirlo del modo como se sigue haciendo. Se juzga a los militares, pero se les compra aviones multimillonarios y se gasta en tecnología bélica incongruente con las necesidades sociales del país. Gaste más en educación, señor presidente, obligue al magisterio a educarse y págueles sustancialmente mejor. Exija que los periodistas tengan un nivel intelectual serio, no permita más tanta mediocridad televisiva y periodística. Reparta por fin la torta de manera más ecuánime. Por respeto a los más pobres, basta ya de tanta ostentación y traje elegante. 

Gerardo Santana Trujillo